viernes, 21 de septiembre de 2018

CAPÍTULO 15

Sin darme cuenta, vuelvo a estar en la salida de meta, dispuesta a ganar. Miro a las gradas, todo el mundo aplaude. Veo rostros desconocidos excepto uno. Dylan Huron. Suena el pistoletazo y corro lo más rápido que mis piernas me permiten. Siento que vuelo. Y, como era de esperar, he ganado.
-Mia Lee -Dice el entrenador.
Las gradas se revolucionan y yo alzo los brazos en señal de victoria. Me siento eufórica, no solo todo el mundo me quiere, sino que voy a conseguir que Brittany se enamore de Dylan.
Brittany aparece por detrás de mí como si de una serpiente se tratara y arrebata el altavoz al entrenador.
-Mi amiga ha vuelto a ganar. -Y sonríe. -Para celebrarlo, fiesta en mi casa esta noche. Vendrá nuestra querida liebre, ¿verdad?
- De hecho… -Me hago con el micrófono. -De eso quería hablarte.
- ¿Qué estás haciendo? -Susurra.
- Dylan Huron se ha anticipado.
Brittany hace una mueca extraña que no logro descifrar y después abre la boca para decir algo, pero lo piensa mejor y la vuelve a cerrar.
- ¿Quién es ese estúpido?
- Es hermano de Adam Huron.
- Maldito.

Tecleo las palabras rápidamente para acabar haciendo que desaparezcan de la pantalla. Escribir, borrar, escribir, borrar…Éste es el monótono proceso que repito una y otra vez. Mi mente parece estar en blanco, y no soy capaz de formular ni una sola frase para componer el artículo que debo presentar en el periódico escolar.
Un nudo comienza a formarse en mi garganta y bajo de golpe la pantalla del ordenador, intentando cerrar así la puerta que abre paso a esos pensamientos que me invaden a veces. Me convenzo a mí misma de que no soy yo; son el día, la situación o el momento, que, simplemente, no son oportunos. O eso es lo que intento creer. Pero desde alguna parte de mi mente sigo escuchando gritos que dicen que es cosa mía, que no valgo para nada.
- ¿Vienes? – Le pregunto a la gata dando pequeñas palmas en mi regazo. Ella parece entenderme y sube de un salto, acomodándose sobre la tela de mi pijama. – Ay, gatita, tu dueña es un caso…
Mi mirada se desvía hacia el escritorio, sobre el que descansa mi móvil también. El mensaje de Noah sigue sin ser respondido, ¿qué se supone que debo decir? Seguro que a Jess se le ocurriría algo ingenioso que dejase al chico sin palabras o le hiciera reír. Pero ella está en alguna parte con Hunter en estos instantes y yo no soy capaz de pensar nada coherente ni decente ahora mismo.
De repente, la pantalla se ilumina y un rostro familiar aparece en ella. Casi tiro el móvil al suelo de la fuerza con que me abalanzo a responder la llamada.
-Vaya, mira quién se digna a llamarme. – Digo, intentando mantener un tono digno y de enfado cuando en realidad sólo quiero dar saltos de alegría.
-Es que no echaba de menos tu molesta voz, enanita. – Responde Tommy.
Yo sonrío. Mi cuerpo se relaja instintivamente con el sonido de su voz. Y todos los malos pensamientos que he estado intentando evitar desaparecen de golpe, porque con él todo está bien. Mi hermano es mi lugar seguro.



viernes, 14 de septiembre de 2018

CAPÍTULO 14

Cuando llego a la puerta del instituto, Dylan Huron está esperando a alguien apoyado en el capó del monovolumen negro. Puede ser a mi o puede que no, así que decido encaminarme a la puerta del Lowell. De dos zancadas Dylan me alcanza y se adapta a mi paso.  
- ¿Tienes algún plan?
El muchacho suelta una carcajada y dice:
- No lo necesito.
Me detengo de inmediato y, aunque me saca una cabeza, me cruzo de brazos dispuesta a discutir.
- No puedo arriesgarme, ¿vale?
- ¿Quién dice que lo vayas a hacer? -Replica.
- Tú.
Lo cierto es que yo he pasado todo el fin de semana maquinando mi plan. Tengo todos los pasos pensados al cien por ciento. Hoy, en el comedor, invitaré a Brittany a la carrera que se celebra esta tarde. Doy por hecho que ganaré, entonces hará lo posible por acercase a mí, o más bien, a mi victoria. Será ahí cuando le diga que Dylan Huron dará una fiesta en su casa para celebrarlo y, consecuentemente, ella tomará interés en él, ¿quién se atreve a arrebatarle el título de mejor anfitriona de fiestas de todo San Francisco? El físico de Dylan Huron hará el resto.
- Oye, relájate… -Me agarra de los hombros y me mira fijamente, frunciendo el ceño.
- No puedo relajarme cuando estoy tramando un plan con el peor hacedor de planes del siglo.
Dylan se pone una mano en la boca.
- Oh.  -Se burla. -Eso ha sido cruel.
- Es cierto, perdona. -Digo, reconcomida por la vergüenza.
- Qué inocente eres, Mia Lee. -Esboza una enorme sonrisa y siento la necesidad de golpearle en la cara.
- No estoy para bromas. -Concluyo, dejando atrás la figura de Dylan.
Entro a clase de literatura, decidida a apartar de mi mente el tedioso plan que está destinado a fracasar estrepitosamente.

Cuando suena el timbre me siento realmente orgullosa, mi libreta está repleta de esquemas y apuntes por todos lados. Además, hemos realizado el primer control de literatura y, sorprendentemente, he obtenido la calificación más alta. Tal vez debería de hacerle caso a Ginebra y comenzar a creer que soy buena en esto.
Guardo todo en mi mochila y salgo por la puerta, encaminándome al comedor. Ocupo una mesa vacía y comienzo a engullir mientras leo Frankestein. Me trae sin cuidado esa última escena donde el monstruo desaparece, ¿dónde se marcha? De algún modo u otro, me siento realmente identificada con él. Una criatura destinada a morir sola, ahogada por el mundo y sus gentes. Y, por otro lado, también me viene a la mente la imagen de mis padres, abandonando el país y marchándose a no sé dónde, sin rumbo fijo. Me gustaría tanto oír sus voces en estos instantes.
- ¡Mia Lee! -Brittany ocupa asiento en la mesa.
- Esta tarde hay carrera. -Suelto, como si me faltara tiempo.
- Claro. Tienes que ganar. Ganarás por mí, ¿verdad?
Hago lo que Brittany espera de mí y asiento con la cabeza.

Cierro con llave la puerta de la redacción del periódico, dando por finalizada otra tarde de preparación y revisión de artículos y columnas. Jess me dedica una amplia sonrisa cuando me giro hacia ella y comenzamos a caminar por el pasillo, en dirección a la puerta de salida.
La mañana ha sido larga y tediosa, no he disfrutado de una sola clase. Y haber dedicado media tarde al periódico no ayuda, me siento exhausta. Estoy soltando un suspiro de agotamiento cuando Jess emite un pequeño grito de ilusión que me hace saltar en el sitio.
- ¿Qué pasa? – Le pregunto, confusa.
No obtengo ninguna respuesta; mi amiga se dedica a señalar la entrada del edificio. Distingo una figura alta y esbelta que se recorta contra la puerta de entrada, no puedo ver quién es porque está a contraluz, pero me hago una ligera idea.
Jess echa a correr y se lanza sobre el chico, que la alza en un largo abrazo. Deposita un beso en la mejilla de mi amiga y se gira hacia mí, saludándome con la mano y una sonrisa en el rostro. Yo correspondo al saludo y salgo con ellos al aparcamiento, donde se despiden de mí y suben al coche de Hunter.
- Maldita pareja perfecta…-Susurro, divertida, mientras camino por el sucio asfalto de la calle.
Tras una caminata que dura varios minutos, por fin llego a casa. Siento la tentación de dejarme caer aquí mismo, en las frías baldosas de la entrada. Pero me resisto y me dirijo a la cocina.
- Hola, pequeñita. – Me saluda mamá, debe haber salido antes del trabajo hoy. - ¿Cansada?
Asiento y saco una botella de agua del frigorífico, casi me la bebo por completo de un trago.
- Pues sí que tienes sed, sí. ¿Qué tal el instituto?
- Normal. -Respondo encogiéndome de hombros. - ¿Qué tal el trabajo?
Mamá me responde rápidamente y sale al jardín. La veo regando las plantas y tratándolas con mimo a través del cristal de la puerta corredera. Me siento en uno de los taburetes grises que hay ante la isla de la cocina y saco el móvil. Abro la aplicación de Instagram y veo pasar las historias de aquellos a los que sigo, aburrida. Hasta que veo la que ha subido Noah; pide que le recomienden series para ver.
“Sense8, Peaky Blinders, Shameless. Seguro que te gustarán.” Escribo, y pulso en botón de enviar.
La respuesta no tarda en llegar, y a mí me falta poco para escupir el agua que estoy bebiendo cuando la veo. 
“@noahthegoof: Seguro que me gustan…si las veo contigo 😉



domingo, 9 de septiembre de 2018

CAPITULO 13



Me despierto con el sonido del microondas y olor a pan tostado. Todo apunta a que es sábado. Me levanto de un brinco de la cama y observo el calendario de la pared. La primera semana de curso parece haber sido superada con éxito, y con ello, uno de los puntos de mi lista de propósitos: socializar.
Bajo las escaleras en busca de Ginebra y, como esperaba, está limpiando. O ella es una fanática del orden y de la limpieza, o el problema soy yo, algo que no llego a descartar del todo.
-¿Dónde estuviste anoche? -Pregunta sin darse la vuelta.
-Con Dylan.
Me aproximo a ella y me siento en la encimera.
-No te subas ahí. -Dice, y rápido desvía la conversación. – El vecino…
-El vecino -Repito.
-¿Y qué hicisteis?
Quiero decirle que hicimos un pacto. O un truque. O un trato. No sé qué palabra usar para evitar que suene tan mal teniendo en cuenta que estamos tratando con personas.
-Poco -Me decido, finalmente.
Sabe que le estoy mintiendo porque no responde.
-Estuvimos en el puente.
-¡¿En el puente?! -Por fin me dirige la mirada. - ¡Milee!
Me encojo de hombros y no puedo evitar sonreír. Veo un indicio de sonrisa en su rostro y, antes de que me pueda dar cuenta, vuelve a darme la espalda.
-¿A ver las estrellas?
-Exacto -Respondo, muy convencida. Ginebra sabe que soy una obsesa del universo y de todo aquello que lo compone.
Ginebra da un gruñido y desaparece de la cocina. Yo decido sentarme en el sofá y publicar en Instagram.
Actualización: ¿Acabaré saliendo con Adam Huron? Ahora mis expectativas se limitan al trueque, a un juego de cartas. Un juego donde Dylan Huron y yo escondemos el as bajo la manga”.


Estoy acomodada en la tumbona que hay junto a la de Jess, escuchándola hablar de lo genial que es poder descansar del instituto, las clases y las actividades extraescolares por un par de días. Me dispongo a decirle que es imposible estar tan cansada cuando sólo llevamos una semana de clases, pero el sonido del timbre me distrae.
Observo a Jake salir rápidamente de la piscina, con los rayos del sol haciendo destellar las gotas de agua que se han adherido a su oscura piel. Se marcha y espero pacientemente a que vuelva a aparecer por la cristalera que da a su jardín trasero. Cuando lo hace, un chico camina a su lado.
-Ya empezaba a pensar que no vendrías. – Digo acercándome a Noah.
- ¿Cuándo te he fallado yo? – Me responde dándome un rápido abrazo a modo de saludo.
Le sonrío, algo sorprendida y aturdida por el contacto, y me giro hacia mis amigos. Le presento a Jake, Jess y Kyle y él no tarda en enzarzarse en una animada conversación con ellos. Me sorprende esa capacidad de sociabilizar tan rápido, ni a Jess se le da tan bien.
- ¿Echamos una partida? – Pregunta Jake lanzando a la piscina dos porterías hinchables.
-Pero somos impares, ¿cómo hacemos los equipos? – Pregunto.
-Yo paso, así jugáis dos contra dos. – Responde Jess. La miro extrañada, normalmente es la primera en lanzarse a la piscina y regodearse cuando marca más goles que el resto y gana. – Además, no tardaré mucho en irme.
Asentimos y nos lanzamos a la piscina, dando comienzo a nuestra improvisada partida de waterpolo, si es que a dos porterías hinchables y un balón enano se le puede llamar así. Los equipos quedan divididos automáticamente, sin necesidad de que hablemos. Noah y yo contra Jake y Kyle.
Si no fuera por la agilidad de Noah y lo rápidos que son sus movimientos, mi torpeza nos habría hecho perder. Pero al chico no parece importarle que tenga una puntería terrible y acabe lanzando el balón fuera de la portería siempre. Cuando acaba la partida, alza la mano para que se la choque y yo lo hago. Pero, antes de que pueda darme cuenta, me agarra la mano y tira de mí hacia abajo, hundiéndome en el agua por unos segundos.
Tras la inesperada ahogadilla, vuelvo a subir a la superficie y toso un par de veces. Cuando por fin abro los ojos, el rostro de Noah está tan cerca que puedo sentir su respiración en la piel. Sin embargo, no me aparto. Miro fijamente el diminuto lunar que tiene en la punta de la nariz. No me había dado cuenta nunca, pero me parece adorable y siento una repentina necesidad de tocarlo. No puedo ver mis mejillas , pero el calor que comienzo a notar en ellas me indica que ya han adquirido un color carmesí. 
-Lo siento, tenía que hacerlo. – Sonríe Noah, mientras apoya su mano en mi cadera para alejarme suavemente de él.
-No sabes con quién te metes. – Respondo, lanzándome a por él y dando comienzo a una larga persecución a través de la piscina.
Una voz capta mi atención antes de que pueda alcanzarlo, y me paro en seco. Veo a Hunter, ha venido a recoger a Jess para ir al cine. Le da un rápido beso a su novia antes de girarse hacia nosotros. Yo me abrazo a mí misma instintivamente a pesar de estar bajo el agua, aún no me acostumbro a mostrar mi cuerpo ante los demás. Son los restos que  quedan de las inseguridades que me atormentaban. Noah parece darse cuenta de mi incomodidad y me mira algo preocupado.
- ¿Estás bien? – Susurra, a lo que yo asiento. Y sólo ahora, me doy cuenta de que no me he sentido así con él en ningún momento. Es extraño, solo suelo sentirme así de cómoda con Jess y Jake.
- A ti no te conozco, soy Hunter. – Dice el chico, dirigiéndose a Noah.
- Noah Baker. – Responde él, con un gesto de la cabeza que hace la vez de saludo.
Hunter le sonríe y coge a Jess de la mano. Conforme los veo desaparecer en el interior de la casa mis brazos vuelven a caer a ambos lados de mi costado. Me falta poco para soltar un suspiro de alivio.
-¿Seguro que estás bien? Podemos hacer otra cosa si quieres, como ir a por batidos. De mango. – Sugiere él, observándome con sus ojos verdes.
-No hace falta, gracias. – Respondo, sorprendida por la cantidad de cosas sobre mí que recuerda.
-Pero recuerda que puedes contar conmigo, ¿vale? – Dice, y su voz es un susurro que me envuelve y me reconforta.
Asiento, mordiéndome el labio mientras observo los rizados mechones de su cabello mojado que caen sobre su frente, haciendo que lluevan gotas por todo su rostro. 


sábado, 8 de septiembre de 2018

CAPITULO 12


Actualización: Ahora tengo planes y todos saben quién soy. Estoy un poco en el limbo, la verdad. Ayer Adam se apoyó en mis hombros y Brittany ahora es mi amiga ¿He dejado de ser invisible?”.
Cuando veo el tick, sé que mi foto ha sido publicada en Instagram, doy media vuelta y abandono la cama de un salto. Poco tiempo después llaman a timbre. Cerca de las escaleras doy un salto en el aire abriendo las piernas y grito. No cabe tanta emoción en mí. Abro la puerta y ahí está Dylan Huron. Él sonríe, apoyado en su moto. Tiene una sonrisa preciosa, aunque me da la sensación de que pocos han podido apreciarla. Cierro la puerta y me aproximo a su figura. 
- Hola.
Él no responde, simplemente me pone un casco en la cabeza y se sube a la moto. Me lo abrocho y alzo la pierna para imitarle.
- Nunca antes me he subido a una moto. -Digo, emocionada ante la idea.
Dylan golpea con fuerza el pedal y la moto arranca. Me recuesto sobre su espalda y dejo que el aire acaricie mi rostro, agite mi cabello e inunde mis pulmones de aire frío. Quiero que este momento dure una eternidad. Cierro los ojos y decido disfrutar.
Al cabo de un rato, la moto se para. Abro los ojos y miles de luces me deslumbran; enormes filas de luciérnagas iluminan el puente de San Francisco. Me quedo boquiabierta. Dylan se baja de la moto y la apoya sobre las vallas rojas que separan la parte peatonal de la carretera.
- Este vértigo es diferente al resto. -Dice, trepando la vaya y dejando su cuerpo depender de escasos centímetros de valla.
- ¡No! -Grito.
El muchacho suelta una enorme carcajada.
- No me voy a tirar, Mia Lee. Ven.
- ¿Qué? ¿Cómo?
- Venga mujer…
Me acerco a él, temerosa. Me da miedo dar un mal paso y provocar su caída, o quién sabe qué. Me tiende la mano y, sin pensarlo dos veces, trepo la valla y me siento a su lado.
- San Francisco y el condado de Marin. -Señala a ambos lados de su cuerpo. -Aquí es dónde mi vida es perfecta.
De repente, una sensación de culpa me invade y me ruborizo.
- Siento haber sido tan dura la otra noche.
Dylan hace una mueca y prosigue:
- Tranquila.
- A veces juzgo sin deber. ¿Puedo hacer algo por ti?
- De hecho… de eso quería hablar contigo.
Me estremezco. Quiere algo de mí.
- Desde la carrera del otro día, te has vuelto famosa. -Clava su mirada en mí. Y yo le observo, expectante. -Por lo que Brittany ahora será tu perrito faldero.
- Bueno… No lo tengo tan claro.
- Yo sí. Necesito que Brittany se enamore de mí.
Espera… ¿qué?
- Pero. Yo. En fin, no sé si podré. -Balbuceo.
- Yo puedo ofrecerte algo también. -Prosigue -Adam.
Siento como mi corazón late frenéticamente y mis manos empiezan a sudar. Adam es el hermano de Dylan. Y Brittany me consta que está loca por él, cosa que me afecta negativamente porque yo también estoy loca por Adam.
- Hecho.
El joven esboza una sonrisa de aprobación, como si ya se esperara mi reacción. Y los dos nos quedamos mirando fijamente las estrellas que brillan sobre nosotros, envueltos en humo de coche y flotando en el sabor de la bahía.


Acabo de ponerme el pijama cuando llaman a la puerta, bajo corriendo las escaleras y abro. Me da tiempo de vislumbrar un coche gris que desaparece por la esquina de la calle antes de que una figura entre como un torbellino en la casa.
- ¿Jess? – Pregunto, confusa. 
- ¡Hola! ¡Tengo mucho que contarte! – Exclama mi amiga con una gran sonrisa.
- Pero, ¿qué haces aquí? – Digo frunciendo el ceño, su cita con Hunter debe haber acabado hace poco, no entiendo cómo ha llegado tan rápido a mi casa.
- Le he dicho a Hunter que vivo aquí. – Responde encogiéndose de hombros.
- ¡Pero, Jess! – Exclamo abriendo mucho los ojos.
- No iba a volver aquí si me dejaba en mi casa, y necesito contártelo todo en persona. Tú no te preocupes, ahora llamo a mis padres para que me recojan. – Contesta, cogiéndome la mano y llevándome escaleras arriba hacia mi habitación.

-Oficialmente, ¡tengo novio! – Dice dando un pequeño salto antes de tirarse en la cama.
- ¡¿Qué?! ¡Cuéntame! – Le apremio, tumbándome a su lado.
Me relata con todo detalle cada segundo de su noche; desde el momento en que apareció por la puerta del local en el que habían quedado hasta el segundo en que se bajó del coche de Hunter y llamó a mi puerta. Me describe lo preciosa que es la cafetería en la que han estado, me cuenta todos aquellos temas de los que han hablado, me narra con pelos y señales el momento del beso y me recuerda una y otra vez lo dulce que ha sido Hunter con ella. Yo solo puedo suspirar y sonreír, parece sacado de una película romántica de adolescentes, y me siento muy feliz por ella.
-También quiero pedirte perdón. – Dice, finalmente. Y, viendo mi cara de confusión, añade: Por lo de Noah, el mensaje.
-No pasa nada, Jess. – La tranquilizo, pero insiste.
-Sí que pasa, no tengo derecho a invadir así tu privacidad y tomar decisiones por ti. Sabes lo poco que me pienso las cosas a veces…soy un desastre. – Replica, moviendo la cabeza de un lado a otro.
-De verdad, Jess, no estoy enfadada. Además, creo que tenías razón, es algo que quería a hacer, pero no me atrevía. – Le digo acariciando el dorso de su mano con mi dedo pulgar.
-Ajá, por una vez tengo razón, te gusta. – Responde con una mirada triunfal.
-No me gusta, apenas lo conozco.
-Pero si has crecido con él, Delia.
-Conozco al Noah de hace cinco años, no al de ahora. – Le respondo girando la cabeza parar mirarla a los ojos.
-Entonces, conoce a este Noah. Descubre cómo es y qué le apasiona. Atrévete a enamorarte, Delia. – Me dice, con una dulce sonrisa que me hace sentir bien.
Asiento y nos quedamos en silencio unos minutos, con la vista clavada en el techo blanco de la habitación, cada una sumida en sus pensamientos. 







viernes, 7 de septiembre de 2018

CAPITULO 11


Me pinto los labios rojo carmín y me aplico un poco de rímel. Ginebra se ha ofrecido a ondularme el pelo y, después, ha cogido dos mechones y los ha unido en mi nuca. Me miro al espejo. Nunca antes me había visto tan guapa.
- Gracias. -Le digo a Ginebra, que está observándome con ternura.
- Tengo algo para ti. -Sale de la estancia y pronto vuelve con un vestido de seda color durazno.
Me lo pruebo y me está perfecto.
Bajamos las dos por las escaleras y al llegar abajo me da un abrazo. Ginebra está casi más emocionada que yo, su hermana pequeña por fin va a una fiesta por voluntad propia.
- No vengas muy tarde. -Y me da un beso en la frente.
Salgo por la puerta. Recuerdo perfectamente el camino para llegar a la casa de Brittany, puse demasiado cuidado la otra noche a pesar de que iba siendo escoltada por los Huron. De todos modos, estoy casi segura de que cualquier habitante de San Francisco sabe dónde vive La Arandano. Es la reina de las fiestas. Y seguramente la más adinerada.
Cuando llego, la puerta está abierta. Conforme avanzo por el pasillo, recibo el saludo de varios rostros que no conozco. Sonrío forzosamente y continúo avanzando hasta que logro distinguir la figura de Brittany. Ella también me ha visto y hace aspavientos con las manos. Me acerco tímidamente.
- Estás…. ¡Deslumbrante!
- Gracias. -Me limito a decir.
- Samantha y Lea, esta es Mia Lee.
- ¡Encantada! -Dicen al unísono.
Me pregunto por qué todo me parece tan superficial. Sus reacciones, sus voces, sus pestañas. Joder… ¡Qué pestañas! Parecen postizas.
- Mia es una Liebre, ¿verdad?
Llaman Liebres a todos los atletas del instituto. Asiento.
- Ganó a Michael Yan en la prueba de atletismo. -Presume, como si fuera un logro suyo.
- Sí, todo el mundo lo sabe. -Interviene Samantha.
- Así es. -Afirma Lea.
De pronto un brazo me rodea por encima de los hombros. Es Adam. Oh Dios mío. Casi puedo oler su chaqueta de cuero negro.
- ¿Qué pasa? -Dice, en forma de saludo.
- Hablábamos de tu vecina y de Michael. -Respondo con toda normalidad.
Espera… ¿Estoy hablando con Adam Huron?  
- Ah, sí. Felicidades. -Y me planta un beso en la mejilla.
A Brittany le ha empezado a temblar un ojo; pero permanece sonriente.
- Ey -Adam abandona el grupo para saludar a un chico con rastras en la cabeza.
- Diviértete. -Y Brittany se aleja con su séquito detrás: Samantha y Lea.
Cojo una copa de algo que huele a perfume y le doy un sorbo. Está asqueroso. Tumbo un poco la copa hasta que queda medio llena; el cactus debía de estar sediento. No puedo evitar esbozar una sonrisa. Saliendo de la casa me tropiezo con Dylan.
- ¡Cuidado! Me has bañado con whisky -Roza su camisa blanca con una mano mientras que con la otra sostiene un cigarrillo.
- Perdón.
El muchacho alza la mirada, sorprendido.
- ¿Tú?
- Hola. -Respondo, dando un brinco en el suelo.
- ¿Tú en una fiesta? -Rectifica, alzando una ceja.
- Sí.
- Oh vaya. Creo que hubiera sido menos cruel decirme la otra noche que te molestaba mi presencia. Me hubiera ido yo.
Suelto una carcajada y le miro a los ojos.
- No eras tú el estorbo.
- Ansiedad social, ¿no? -Sus ojos negros me observan con intensidad e ironía.
- He pensado salir un poco…
Dylan da una profunda calada a su cigarrillo y exhala el humo mientras mantiene sus ojos clavados en mí. Su cicatriz se acentúa en cada calada, le da cierto toque perverso que rompe completamente con su rostro aniñado.
- Mañana a las diez paso por tu casa. -Dice, aplastando el cigarrillo con la suela de su bota.   

Estamos sentadas en el coche de Jess, con la vista fija en la puerta del edificio en el que se halla la piscina del Lowell. Después de varios minutos de espera, la puerta se abre, al fin, y Jake aparece por ella acompañado por otro chico. Se despide del muchacho de cabello castaño y entra en el coche de un salto.
Jess arranca y el Jeep comienza a moverse, abandonamos el aparcamiento. Yo no he llegado a sacarme el carnet todavía y a Jake, a pesar de tenerlo, no le gusta conducir, por lo que Jessamine es la conductora oficial del grupo, la que evita que tengamos que subir al viejo autobús amarillo del instituto.
-Cenamos en mi casa, ¿no? – Pregunta Jess mientras hace girar el volante.
-Sí. -Respondo, y asiento con la cabeza a pesar de que no me mira.
Entre los peculiares comentarios de Jess y las bromas de Jake, los minutos pasan volando y pronto el coche se detiene ante un bloque de apartamentos. Descendemos del vehículo y entramos en el edificio, subiendo en ascensor hasta el cuarto piso. Jess introduce la llave en la cerradura y nos adentramos en el amplio apartamento.
-Mis padres están fuera por trabajo, así que podemos quedarnos en el salón. – Dice, depositando la llave en el pequeño mueble blanco del recibidor.
Dejamos nuestras mochilas junto a la puerta de entrada y entramos en el salón mientras Jess desaparece en la cocina. La esperamos sentados en el cómodo sofá azul de tres plazas.
-Tengo algo que proponeros. – Dice Jake cuando Jess aparece por la puerta del salón, con las manos llenas de refrescos y bolsas de chuches.
-Dispara. – Le responde, entregándonos una lata a cada uno.
-Tarde de amigos en mi piscina, ¿qué os parece?
-Genial, ¿cuándo? – Responde Jess sin pensárselo ni un segundo.
- Este fin de semana, estaba pensando en invitar a Kyle, si os parece bien.
- Claro, perfecto. – Respondo. Kyle es un compañero del equipo de natación con el que Jake trabó amistad el curso pasado, es un chico agradable y simpático.
Jessamine aplaude, emocionada, y en sus ojos distingo un brillo que me hace ponerme alerta. Es esa mirada de picardía que tiene cada vez que se le ocurre un plan, me pregunto qué estará tramando.
- ¿Puedes ir a meter las pizzas en el horno, Delia? – Me pregunta.
- ¿Por qué yo? – Respondo, sospechando que esto es parte de algún plan.
-Pues porque me da pereza, y de ti me fio más que de Jake.
-¡Eh! – Responde nuestro amigo, indignado, lanzándole un cojín.
-Es verdad, no quiero que me arda la cocina.
-Como que eso no va a pasar con C…
- ¡Eh! - Exclamo yo esta vez, saliendo ya al pasillo. Soy extremadamente torpe, eso es cierto, pero es algo tedioso que lo saquen a relucir cada vez que se les presenta la oportunidad.
Cuando vuelvo, Jess tiene una sonrisa traviesa en los labios y me mira divertida. Jake, en cambio, tiene la cabeza gacha, con una mano en la frente, y niega lentamente.
- ¿Qué habéis hecho? – Pregunto, algo alarmada repentinamente.
-Qué ha hecho, querrás decir. – Contesta Jake señalando a nuestra amiga.
En ese momento, mi móvil, que dejé sobre la mesa al salir, vibra. La pantalla se enciende mostrando una notificación de Instagram. La sonrisa de Jess se ensancha y yo me lanzo a por el pequeño objeto, dándome cuenta de que tiene algo que ver con lo que acaba de pasar.
@noahthegoof: allí estaré! :) 
Frunzo el ceño, extrañada, ¿qué quiere decir con eso? ¿Por qué me manda un mensaje a mí? Entro en la conversación, dispuesta a responderle que se debe haber equivocado de
persona; hasta que veo el mensaje anterior. Es un mensaje mío: “Fiesta en la piscina de un amigo este fin de semana, ¿te apuntas?”
Levanto la vista rápidamente y fijo mi mirada enfurecida en Jess. Me ha pedido que vaya a la cocina para poder aprovechar y enviarle el mensaje a Noah desde mi móvil.
-¿Qué demonios haces, Jess?
-Lo que tú no te atreves a hacer. – Responde guiñándome el ojo.
Me dejo caer en el sofá, sin energías suficientes para enfadarme con ella. De todas formas, empiezo a creer que quizás tenga un poco de razón en lo que ha dicho. Suspirando, bloqueo la pantalla del móvil, ya tendré tiempo de pensar si le digo a Noah que se han cancelado los planes o le envío la dirección de Jake para que vaya.