“Actualización: Ahora tengo planes y todos saben quién soy. Estoy un
poco en el limbo, la verdad. Ayer Adam se apoyó en mis hombros y Brittany ahora
es mi amiga ¿He dejado de ser invisible?”.
Cuando veo el tick, sé que mi foto ha sido publicada
en Instagram, doy media vuelta y
abandono la cama de un salto. Poco tiempo después llaman a timbre. Cerca de las
escaleras doy un salto en el aire abriendo las piernas y grito. No cabe tanta
emoción en mí. Abro la puerta y ahí está Dylan Huron. Él sonríe, apoyado en su
moto. Tiene una sonrisa preciosa, aunque me da la sensación de que pocos han
podido apreciarla. Cierro la puerta y me aproximo a su figura.
- Hola.
Él no responde,
simplemente me pone un casco en la cabeza y se sube a la moto. Me lo abrocho y
alzo la pierna para imitarle.
- Nunca antes me he subido
a una moto. -Digo, emocionada ante la idea.
Dylan golpea con fuerza
el pedal y la moto arranca. Me recuesto sobre su espalda y dejo que el aire
acaricie mi rostro, agite mi cabello e inunde mis pulmones de aire frío. Quiero
que este momento dure una eternidad. Cierro los ojos y decido disfrutar.
Al cabo de un rato, la
moto se para. Abro los ojos y miles de luces me deslumbran; enormes filas de
luciérnagas iluminan el puente de San Francisco. Me quedo boquiabierta. Dylan
se baja de la moto y la apoya sobre las vallas rojas que separan la parte
peatonal de la carretera.
- Este vértigo es
diferente al resto. -Dice, trepando la vaya y dejando su cuerpo depender de
escasos centímetros de valla.
- ¡No! -Grito.
El muchacho suelta una
enorme carcajada.
- No me voy a tirar, Mia
Lee. Ven.
- ¿Qué? ¿Cómo?
- Venga mujer…
Me acerco a él, temerosa.
Me da miedo dar un mal paso y provocar su caída, o quién sabe qué. Me tiende la
mano y, sin pensarlo dos veces, trepo la valla y me siento a su lado.
- San Francisco y el
condado de Marin. -Señala a ambos lados de su cuerpo. -Aquí es dónde mi vida es
perfecta.
De repente, una sensación
de culpa me invade y me ruborizo.
- Siento haber sido tan
dura la otra noche.
Dylan hace una mueca y
prosigue:
- Tranquila.
- A veces juzgo sin deber.
¿Puedo hacer algo por ti?
- De hecho… de eso quería
hablar contigo.
Me estremezco. Quiere
algo de mí.
- Desde la carrera del
otro día, te has vuelto famosa. -Clava su mirada en mí. Y yo le observo,
expectante. -Por lo que Brittany ahora será tu perrito faldero.
- Bueno… No lo tengo tan
claro.
- Yo sí. Necesito que
Brittany se enamore de mí.
Espera… ¿qué?
- Pero. Yo. En fin, no sé
si podré. -Balbuceo.
- Yo puedo ofrecerte algo
también. -Prosigue -Adam.
Siento como mi corazón
late frenéticamente y mis manos empiezan a sudar. Adam es el hermano de Dylan.
Y Brittany me consta que está loca por él, cosa que me afecta negativamente
porque yo también estoy loca por Adam.
- Hecho.
El joven esboza una
sonrisa de aprobación, como si ya se esperara mi reacción. Y los dos nos
quedamos mirando fijamente las estrellas que brillan sobre nosotros, envueltos
en humo de coche y flotando en el sabor de la bahía.
Acabo de
ponerme el pijama cuando llaman a la puerta, bajo corriendo las escaleras y
abro. Me da tiempo de vislumbrar un coche gris que desaparece por la esquina de
la calle antes de que una figura entre como un torbellino en la casa.
- ¿Jess? –
Pregunto, confusa.
- ¡Hola!
¡Tengo mucho que contarte! – Exclama mi amiga con una gran sonrisa.
- Pero, ¿qué
haces aquí? – Digo frunciendo el ceño, su cita con Hunter debe haber acabado
hace poco, no entiendo cómo ha llegado tan rápido a mi casa.
- Le he dicho
a Hunter que vivo aquí. – Responde encogiéndose de hombros.
- ¡Pero, Jess!
– Exclamo abriendo mucho los ojos.
- No iba a
volver aquí si me dejaba en mi casa, y necesito contártelo todo en persona. Tú
no te preocupes, ahora llamo a mis padres para que me recojan. – Contesta,
cogiéndome la mano y llevándome escaleras arriba hacia mi habitación.
-Oficialmente,
¡tengo novio! – Dice dando un pequeño salto antes de tirarse en la cama.
- ¡¿Qué?!
¡Cuéntame! – Le apremio, tumbándome a su lado.
Me relata con
todo detalle cada segundo de su noche; desde el momento en que apareció por la
puerta del local en el que habían quedado hasta el segundo en que se bajó del
coche de Hunter y llamó a mi puerta. Me describe lo preciosa que es la
cafetería en la que han estado, me cuenta todos aquellos temas de los que han
hablado, me narra con pelos y señales el momento del beso y me recuerda una y
otra vez lo dulce que ha sido Hunter con ella. Yo solo puedo suspirar y
sonreír, parece sacado de una película romántica de adolescentes, y me siento
muy feliz por ella.
-También
quiero pedirte perdón. – Dice, finalmente. Y, viendo mi cara de confusión,
añade: Por lo de Noah, el mensaje.
-No pasa nada,
Jess. – La tranquilizo, pero insiste.
-Sí que pasa,
no tengo derecho a invadir así tu privacidad y tomar decisiones por ti. Sabes
lo poco que me pienso las cosas a veces…soy un desastre. – Replica, moviendo la
cabeza de un lado a otro.
-De verdad,
Jess, no estoy enfadada. Además, creo que tenías razón, es algo que quería a
hacer, pero no me atrevía. – Le digo acariciando el dorso de su mano con mi
dedo pulgar.
-Ajá, por una
vez tengo razón, te gusta. – Responde con una mirada triunfal.
-No me gusta,
apenas lo conozco.
-Pero si has
crecido con él, Delia.
-Conozco al
Noah de hace cinco años, no al de ahora. – Le respondo girando la cabeza parar
mirarla a los ojos.
-Entonces,
conoce a este Noah. Descubre cómo es y qué le apasiona. Atrévete a enamorarte,
Delia. – Me dice, con una dulce sonrisa que me hace sentir bien.
Asiento y nos
quedamos en silencio unos minutos, con la vista clavada en el techo blanco de
la habitación, cada una sumida en sus pensamientos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario