Sin darme cuenta, vuelvo a estar en
la salida de meta, dispuesta a ganar. Miro a las gradas, todo el mundo aplaude.
Veo rostros desconocidos excepto uno. Dylan Huron. Suena el pistoletazo y corro
lo más rápido que mis piernas me permiten. Siento que vuelo. Y, como era de
esperar, he ganado.
-Mia Lee -Dice el entrenador.
Las gradas se revolucionan y yo alzo
los brazos en señal de victoria. Me siento eufórica, no solo todo el mundo me
quiere, sino que voy a conseguir que Brittany se enamore de Dylan.
Brittany aparece por detrás de mí
como si de una serpiente se tratara y arrebata el altavoz al entrenador.
-Mi amiga ha vuelto a ganar. -Y
sonríe. -Para celebrarlo, fiesta en mi casa esta noche. Vendrá nuestra
querida liebre, ¿verdad?
- De hecho… -Me hago con el micrófono.
-De eso quería hablarte.
- ¿Qué estás haciendo? -Susurra.
- Dylan Huron se ha anticipado.
Brittany hace una mueca extraña que
no logro descifrar y después abre la boca para decir algo, pero lo piensa mejor
y la vuelve a cerrar.
- ¿Quién es ese estúpido?
- Es hermano de Adam Huron.
- Maldito.
Tecleo las palabras rápidamente para acabar haciendo que desaparezcan de la pantalla. Escribir, borrar, escribir, borrar…Éste es el monótono proceso que repito una y otra vez. Mi mente parece estar en blanco, y no soy capaz de formular ni una sola frase para componer el artículo que debo presentar en el periódico escolar.
Un nudo comienza a formarse en mi garganta y bajo de golpe la pantalla del ordenador, intentando cerrar así la puerta que abre paso a esos pensamientos que me invaden a veces. Me convenzo a mí misma de que no soy yo; son el día, la situación o el momento, que, simplemente, no son oportunos. O eso es lo que intento creer. Pero desde alguna parte de mi mente sigo escuchando gritos que dicen que es cosa mía, que no valgo para nada.
- ¿Vienes? – Le pregunto a la gata dando pequeñas palmas en mi regazo. Ella parece entenderme y sube de un salto, acomodándose sobre la tela de mi pijama. – Ay, gatita, tu dueña es un caso…
Mi mirada se desvía hacia el escritorio, sobre el que descansa mi móvil también. El mensaje de Noah sigue sin ser respondido, ¿qué se supone que debo decir? Seguro que a Jess se le ocurriría algo ingenioso que dejase al chico sin palabras o le hiciera reír. Pero ella está en alguna parte con Hunter en estos instantes y yo no soy capaz de pensar nada coherente ni decente ahora mismo.
De repente, la pantalla se ilumina y un rostro familiar aparece en ella. Casi tiro el móvil al suelo de la fuerza con que me abalanzo a responder la llamada.
-Vaya, mira quién se digna a llamarme. – Digo, intentando mantener un tono digno y de enfado cuando en realidad sólo quiero dar saltos de alegría.
-Es que no echaba de menos tu molesta voz, enanita. – Responde Tommy.
Yo sonrío. Mi cuerpo se relaja instintivamente con el sonido de su voz. Y todos los malos pensamientos que he estado intentando evitar desaparecen de golpe, porque con él todo está bien. Mi hermano es mi lugar seguro.

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