viernes, 14 de septiembre de 2018

CAPÍTULO 14

Cuando llego a la puerta del instituto, Dylan Huron está esperando a alguien apoyado en el capó del monovolumen negro. Puede ser a mi o puede que no, así que decido encaminarme a la puerta del Lowell. De dos zancadas Dylan me alcanza y se adapta a mi paso.  
- ¿Tienes algún plan?
El muchacho suelta una carcajada y dice:
- No lo necesito.
Me detengo de inmediato y, aunque me saca una cabeza, me cruzo de brazos dispuesta a discutir.
- No puedo arriesgarme, ¿vale?
- ¿Quién dice que lo vayas a hacer? -Replica.
- Tú.
Lo cierto es que yo he pasado todo el fin de semana maquinando mi plan. Tengo todos los pasos pensados al cien por ciento. Hoy, en el comedor, invitaré a Brittany a la carrera que se celebra esta tarde. Doy por hecho que ganaré, entonces hará lo posible por acercase a mí, o más bien, a mi victoria. Será ahí cuando le diga que Dylan Huron dará una fiesta en su casa para celebrarlo y, consecuentemente, ella tomará interés en él, ¿quién se atreve a arrebatarle el título de mejor anfitriona de fiestas de todo San Francisco? El físico de Dylan Huron hará el resto.
- Oye, relájate… -Me agarra de los hombros y me mira fijamente, frunciendo el ceño.
- No puedo relajarme cuando estoy tramando un plan con el peor hacedor de planes del siglo.
Dylan se pone una mano en la boca.
- Oh.  -Se burla. -Eso ha sido cruel.
- Es cierto, perdona. -Digo, reconcomida por la vergüenza.
- Qué inocente eres, Mia Lee. -Esboza una enorme sonrisa y siento la necesidad de golpearle en la cara.
- No estoy para bromas. -Concluyo, dejando atrás la figura de Dylan.
Entro a clase de literatura, decidida a apartar de mi mente el tedioso plan que está destinado a fracasar estrepitosamente.

Cuando suena el timbre me siento realmente orgullosa, mi libreta está repleta de esquemas y apuntes por todos lados. Además, hemos realizado el primer control de literatura y, sorprendentemente, he obtenido la calificación más alta. Tal vez debería de hacerle caso a Ginebra y comenzar a creer que soy buena en esto.
Guardo todo en mi mochila y salgo por la puerta, encaminándome al comedor. Ocupo una mesa vacía y comienzo a engullir mientras leo Frankestein. Me trae sin cuidado esa última escena donde el monstruo desaparece, ¿dónde se marcha? De algún modo u otro, me siento realmente identificada con él. Una criatura destinada a morir sola, ahogada por el mundo y sus gentes. Y, por otro lado, también me viene a la mente la imagen de mis padres, abandonando el país y marchándose a no sé dónde, sin rumbo fijo. Me gustaría tanto oír sus voces en estos instantes.
- ¡Mia Lee! -Brittany ocupa asiento en la mesa.
- Esta tarde hay carrera. -Suelto, como si me faltara tiempo.
- Claro. Tienes que ganar. Ganarás por mí, ¿verdad?
Hago lo que Brittany espera de mí y asiento con la cabeza.

Cierro con llave la puerta de la redacción del periódico, dando por finalizada otra tarde de preparación y revisión de artículos y columnas. Jess me dedica una amplia sonrisa cuando me giro hacia ella y comenzamos a caminar por el pasillo, en dirección a la puerta de salida.
La mañana ha sido larga y tediosa, no he disfrutado de una sola clase. Y haber dedicado media tarde al periódico no ayuda, me siento exhausta. Estoy soltando un suspiro de agotamiento cuando Jess emite un pequeño grito de ilusión que me hace saltar en el sitio.
- ¿Qué pasa? – Le pregunto, confusa.
No obtengo ninguna respuesta; mi amiga se dedica a señalar la entrada del edificio. Distingo una figura alta y esbelta que se recorta contra la puerta de entrada, no puedo ver quién es porque está a contraluz, pero me hago una ligera idea.
Jess echa a correr y se lanza sobre el chico, que la alza en un largo abrazo. Deposita un beso en la mejilla de mi amiga y se gira hacia mí, saludándome con la mano y una sonrisa en el rostro. Yo correspondo al saludo y salgo con ellos al aparcamiento, donde se despiden de mí y suben al coche de Hunter.
- Maldita pareja perfecta…-Susurro, divertida, mientras camino por el sucio asfalto de la calle.
Tras una caminata que dura varios minutos, por fin llego a casa. Siento la tentación de dejarme caer aquí mismo, en las frías baldosas de la entrada. Pero me resisto y me dirijo a la cocina.
- Hola, pequeñita. – Me saluda mamá, debe haber salido antes del trabajo hoy. - ¿Cansada?
Asiento y saco una botella de agua del frigorífico, casi me la bebo por completo de un trago.
- Pues sí que tienes sed, sí. ¿Qué tal el instituto?
- Normal. -Respondo encogiéndome de hombros. - ¿Qué tal el trabajo?
Mamá me responde rápidamente y sale al jardín. La veo regando las plantas y tratándolas con mimo a través del cristal de la puerta corredera. Me siento en uno de los taburetes grises que hay ante la isla de la cocina y saco el móvil. Abro la aplicación de Instagram y veo pasar las historias de aquellos a los que sigo, aburrida. Hasta que veo la que ha subido Noah; pide que le recomienden series para ver.
“Sense8, Peaky Blinders, Shameless. Seguro que te gustarán.” Escribo, y pulso en botón de enviar.
La respuesta no tarda en llegar, y a mí me falta poco para escupir el agua que estoy bebiendo cuando la veo. 
“@noahthegoof: Seguro que me gustan…si las veo contigo 😉



No hay comentarios:

Publicar un comentario