viernes, 31 de agosto de 2018

CAPITULO 6




A la mañana siguiente Ginebra está observándome al lado de la cama con un inmenso globo de helio color rosa.
- ¡Primer día de instituto!
Gruño y me doy la vuelta.
- Vamos… -Noto como se sienta en la cama y comienza a deslizar sus dedos por mi pelo; siempre le ha gustado lo lacio y negro que es. De pequeñas, se pasaba las tardes enteras peinándome. Decía que yo era su clienta, y ella, supuestamente, la peluquera.
- Te he preparado la ropa. -Su dedo apunta a los pies de la cama.
Abro el ojo derecho y hago ademán de mirar.
- ¡No pienso ponerme una camisa de helados! -Salto de la cama.
- Bueno, vale -Levanta los brazos en señal de derrota -, escoge tú.
Cuando mi hermana cierra la puerta tras de sí fijo la mirada al armario empotrado. La manga de una chaqueta de punto se ha quedado pillada. Si tuviera cinco años pensaría que se trata de un monstruo; pero, ahora, sé que el verdadero monstruo es tener que escoger un conjunto que no sea ridículo.
Acepto el reto.
Después de probarme bastantes camisetas, me he decidido por un vestido que se entalla en la cintura de color mostaza. Al mirarme al espejo, siento que falta algo, así que además de unas converse negras, decido añadir un pañuelo de estampado floral para el cuello.
Cuando bajo las escaleras, Ginebra continua con el globo en la mano mientras que con la otra come cereales con leche.
- ¿Pañuelo en pleno verano? -Opina, subiendo el mentón para evitar que salgan los cereales de su boca.
- El pañuelo es un básico -Le digo, muy digna.
Ginebra alza una ceja y un segundo después continúa engullendo.
Cojo la mochila de cuero y salgo por la puerta.
- Desayunaré en el instituto.

A decir verdad, esperaba que todo el mundo se percatara de mi presencia, sin embargo, nadie se ha inmutado. En clase todo ha sido muy normal. Los profesores se han presentado y nos han dado unas tablas con la programación de sus clases. Pero, hay algo que no es normal: los Huron están en mi aula. Adam, como era de esperar, ocupa los últimos asientos, y Dylan se sienta por el centro de la misma, al lado de mi pupitre.
Al sonar el timbre respiro, agotada. Es hora del almuerzo.
Me encuentro comiendo un sándwich de queso cuando veo entrar a Adam Huron, rodeado de gente de su misma calaña, y entre ellos, Dylan. Mi Huron se sostiene sobre los hombros de dos chicas que no paran de sonreír. Una de ellas es Brittany. Lo sé porque vi un cartel con su cara de barbie por el pasillo. Al parecer ya empiezan a hacer campaña para el Winterfest. Parece un maldito arándano rojo con esa ropa. Sin darme cuenta, he clavado las uñas en el pan.
Parece que todos quieren a mi Adam Huron.





Me siento en una de las mesas del final de la clase, junto a la ventana. Mientras observo los diversos coches que van llenando el aparcamiento, escucho la voz de Jess. No distingo lo que dice, solo percibo un murmullo. Y carcajadas, muchas carcajadas.
-Qué buen día, ¿verdad? – Dice, sonriente, cuando al fin suena el timbre y entra en la clase.
-Si tú lo dices… - Me froto los ojos en un intento por hacer desaparecer el sueño.
Jess me ha hecho levantarme antes esta mañana para llegar pronto y poder hablar con Hunter. No coincidimos en ninguna clase con él este año, así que si quiere verlo tiene que ser en los ratos libres. La comprendo, pero una pequeña parte de mí quiere matarla por haberme hecho madrugar después de habernos quedado dormidas a las cuatro de la mañana. Jake aparece por la puerta, tarde, como siempre, y se sienta en el pupitre que hay detrás del mío. Nos sonríe y nos saluda con un gesto de la mano que nosotras devolvemos. No hay tiempo para más, porque empieza la clase.
Las primeras horas pasan lentamente, mientras lucho por resistir el sueño. Historia y literatura son clases que suelen gustarme, pero hoy solo quiero llegar a casa y descansar. Por fin, suena el timbre que señala que es la hora del almuerzo. Entramos en el gran comedor y ocupamos nuestra mesa habitual, en el lado opuesto a las ventanas, cerca de la barra donde las cocineras sirven la comida.   
-¿Esperas que se apunte mucha gente al periódico este año? – Me pregunta Jake mientras muerde una patata frita.
-No, la verdad. Supongo que seremos pocos, como el año pasado. – Respondo, encogiéndome de hombros.
-Lo mismo digo. Bueno, al menos así no tendré competencia como presentador.
Sonrío. Jake es el presentador de la radio del instituto y yo dirijo el periódico desde el año pasado. Para ser sinceros, si no fuera porque Jake lo ha mencionado, ni me habría acordado de que tenía que ocuparme de eso hoy. Tengo que quedarme después de clase y colgar el cartel para la gente que quiera apuntarse.
Y eso hago cuando suena el timbre tras la última hora, abro la puerta de la redacción del periódico con la llave que acabo de recoger en conserjería. Los estores de dos de las tres ventanas permanecen cerrados, por lo que la habitación está en penumbra. Es pequeña, sólo hay cinco mesas. Tres de ellas están ocupadas por viejos ordenadores de escritorio y sobre una reposa la antigua máquina de escribir. La otra es mi escritorio, alargado y de madera oscura, que suele estar atestado de papeles y documentos.
Me acerco a la impresora que hay sobre un mueble archivador junto a una de las ventanas. Introduzco el pendrive y saco el móvil de mi bolsillo mientras espero a que se imprima el cartel. Tengo un mensaje de Jess.
“Tú y yo. El centro comercial. Mañana. Piénsalo”
El mensaje va acompañado por una pequeña carita amarilla que guiña el ojo. Le respondo que me parece bien y recojo el papel que la impresora acaba de expulsar. Fijo el cartel en el corcho del pasillo con una chincheta, al lado de un cartel que anuncia las pruebas para el club de atletismo. Y desaparezco por el pasillo, de camino a casa al fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario